jueves, 17 de abril de 2008

Aung San Suu Kyi


La Mandela Birmana

Ensayo del texto de Georgina Higueras: Julio Turrado y Juan Carlos Solá Foto:Yeimaya //cc/flickr

Nació el 19 de junio de 1945 en Rangún, capital de la entonces colonia británica de Birmania, en el Sureste asiático. Su padre, el General Aung San, encabezó al año siguiente la delegación que viajó a Londres para negociar la independencia birmana. Aclamado como héroe nacional, Aung San fue traicionado y asesinado el 19 de julio de 1947, seis meses antes de que Birmania fuera un país libre. Durante la incipiente etapa constitucional la pequeña huérfana asistió a los mejores colegios de Rangún y tuvo una infancia llena de honores oficiales y de afecto popular, aunque a los ocho años vivió la tragedia de la muerte de uno de sus hermanos, Aung San Kin, en la piscina de su casa. Eso les unió más a su otro hermano, Aung San U.

Estudiante en Nueva Delhi y Oxford en 1960, su madre fue designada embajadora en la India y Suu Kyi, ya una atractiva y bien educada adolescente, prosiguió sus estudios en Nueva Delhi. Dos años más tarde, el sangriento golpe militar del general Ne Win acabó con el gobierno democrático de Birmania. Aunque Suu Kyi volvió al país, en 1967, su familia decidió que se trasladase al Reino Unido para estudiar economía política en Oxford. Dos años después empezó a trabajar en las Naciones Unidas y en 1972 se casó con Michael Aris, un académico de Oxford especializado en el Himalaya y el Tíbet. Por trabajo los Aris residieron en Bután y en la ciudad nipona de Kyoto, donde Suu Kyi aprendió japonés. De nuevo en Inglaterra se dedicó a su trabajo como profesora de sus dos hijos, Alexander y Kim.

Regresó a Birmania por su madre enferma. Todo cambió en la primavera de 1988, a su regreso, para estar al lado de su madre moribunda. A su llegada se encontró un país lleno de revueltas callejeras contra 25 años de sacudida militar. Sintiéndose acosado, el régimen de Newin aplastó las protestas ordenando a sus tropas disparar a bocajarro contra los manifestantes. El baño de sangre se saldó con 3000 muertos, no llevó a la democracia a Birmania, pero forzó un cambio en la cúpula militar. La dureza de la represión conmovió a Suu Kyi, que el 26 de agosto de 1988 pronunció un encendido discurso a favor de la libertad ante una multitud congregada frente a la padoga de Suedagong. ‘Como hija de mí padre, no podía permanecer indiferente ante lo que estaba pasando’, declaró una vez esta mujer que se convirtió en la cabeza visible de un movimiento tan espontáneo como desorganizado políticamente. Presionada por Occidente y sus vecinos asiáticos, la nueva Junta tuvo que comprometerse a celebrar elecciones libres. Entre los casi 200 partidos políticos que se registraron, estaba la Liga Nacional para la Democracia (LND), da la que Suu Kyi era secretaria general. Los militares empezaron a ver que aquella mujer menuda, de sonrisa tímida y pelo adornado con flores era una amenaza para su supervivencia.

Inspirada en su fe budista y en la doctrina pacifista de Gandhi, Suu Kyi fue detenida el 27 de mayo 1989 mientras hacía campaña. La Junta ordenó su arresto domiciliario, prohibiendo que la visitaran su marido y sus hijos. En aquellas circunstancias se celebraron las elecciones generales de mayo de 1990 y el partido de Aung San Suu Kyi se hizo con el 82% de los escaños del nuevo parlamento, consiguiendo 392 diputados sobre 495 escaños; Pero los militares no estaban dispuestos a ver como Suu Kyi se proclamaba presidenta e impidieron que se celebrara la primera sesión de la cámara electa. Consciente del peligro, Suu Kyi le pidió a su marido que se fuera con sus dos hijos a Inglaterra para ponerse a salvo de la represión. Al poco la Junta militar le propuso a ella seguir los pasos de su familia y partir hacia el exilio, pero Suu Kyi se negó a abandonar su país. ‘Continuaremos con nuestros esfuerzos para traer la democracia a Birmania bajo todas las circunstancias. No hay que olvidar que Sudáfrica, el Congreso Nacional Africano fue declarado una organización ilegal durante décadas’, declaró la que, con el tiempo, iba a convertirse en la ‘Nelson Mandela’ Asiática.

Condecorada con el Premio Nobel de la Paz. Su defensa a ultranza a la no violencia y la campaña iniciada por su esposo, entonces profesor en la universidad de Harvard, le valieron el reconocimiento internacional. Primero el 10 de julio de 1991, cuando el parlamento europeo le concedió el premio Sajarov. Ese mismo año Suu Kyi recibió el nobel de la paz. La presión internacional llevó a la Junta en julio de 1995, a ordenar el fin de arresto domiciliario, pero la resolución de Suu Kyi de apoyarse en la lucha pacífica para conseguir el derrocamiento de la dictadura sigue siendo igual de firme. Recorrió el país dando mítines, encabezando manifestaciones y alentando campañas de desobediencia civil para exigir la puesta en marcha del Parlamento y la excarcelación de los presos políticos.

Su esposo murió de cáncer sin que se vieran. La líder de la LND ha tenido que pagar un alto precio por defender la libertad. La Junta la tuvo mucho tiempo sin que pudiera hablar por teléfono con sus hijos y cuando, en 1996, su marido enfermó de cáncer quiso visitarlo, le denegaron el visado. A ella le permitían ir a Londres, pero temió que no la volvieran dejar entrar en el país. Aris murió tres años después sin que se vieran. Confinada de nuevo tras las rejas de su casa, desde el 2000, fue liberada dos años después, pero el 30 de mayo de 2003 volvió a estar en arresto domiciliario. ‘no hay nada que pueda compararse con el valor de las gente normales cuyos nombres son desconocidos y cuyos sacrificios pasan inadvertidos’, ha expresado en uno de los libros que ha escrito en sus 11 años de encierro intermitente. En las últimas revueltas sucedidas en Birmania recientemente, la libertad de Aung San Suu Kyi ha vuelto a ser uno de los referentes de la llamada “revolución azafrán”. Apodada “la dama de Birmania”, esta Nobel de la paz, de 62 años y frágil aspecto, es símbolo de la lucha por la democracia del pueblo birmano e icono mundial de la resistencia civil contra la dictadura.

4 comentarios:

  1. Felicidades por el articulo.
    Mar.

    ResponderEliminar
  2. Felicitar a Julio Turrado y Juan Carlos por ser un excelente equipo con la edicion que a editado y mas sincera felicitaciones de tu amiga Mar desde Canarias,sigan adelante vale la pena,leer el articulo editado nuevamente mi mas sincera FELICITACIONES Mar.

    ResponderEliminar
  3. hola
    seguir luchando,como hizo ella,por vuestros ideales.
    la integridad y la lucha personal nos hace seres libres.
    pronto y entre todos haremos una sociedad mucho mejor para las generaciones venideras.
    un saludo a los dos (carlos y julio)
    "al otro lado" espero tu llegada.
    animo y a continuar con la vida

    ResponderEliminar
  4. Hola Julio eres como una caja de sorpresa no me dejas de sorprender esta muy xulo lo del articulo te escribe una admiradora besos corazon.

    ResponderEliminar

tu comentario se publicará a la brevedad, gracias por colaborar.