miércoles, 20 de agosto de 2008

Los juegos de la belleza ¿Patito feo? Ni chino ni olímpico


Texto: Adrián

En medio del aluvión de espectáculo deportivo televisado, medallas y ataques de chauvinismo de los países que acaban con podio, Beijing 2008 ha dado a conocer circunstancias que dicen mucho del afán chino por su culto a la imagen y la belleza, dando la mejor de ambas por muy poco ética que sea la manera de si, es el caso, tergiversar la realidad.

Lui Xiang ha sido durante estos cuatro últimos años imagen visible en paradas de autobús, vallas publicitarias, TV y demás medios de comunicación. Icono del atleta chino, campeón de 110m vallas, venerado por todos. Lui Xiang tiene un padre y una madre feos, por eso en los anuncios de leche que sale con ellos estos no son más que meros actores bien parecidos. Del mismo modo, aunque ya sea repetirse como el ajo, Lin Miaoke fue la niña, imagen del patito feo Lang Peiyi cantando el himno patriótico en la inauguración de los juegos. Igualmente las animadoras del perímetro de la pista fueron homogeneizadas bajo un estricto control de belleza, estatura y constitución. Y en la redundancia, los soldados que cubren las maratonianas guardias de 8 horas seguidas alrededor y dentro del perímetro de la Villa Olímpica lleven pañales para no moverse del sitio, ya que la belleza también esta en las formas.

Que feo queda moverse. El gobierno chino parece querer que debajo de la planta del pie de cada una de las personas que han dado forma a estos juegos pusiese MADE IN HONG KONG. Gente que no vaya al lavabo, gente guapa, gente idéntica. Desnaturalizando y alineando lo mas intimo de uno mismo, su propio yo. Y más allá de esto a quien te dio la vida, sus padres.

Siempre he dicho que perder el tiempo con “el que dirán” o aparentar lo que no se es, es dejar de ser uno mismo en esencia.


Cuando el penúltimo atleta que portó la antorcha en Barcelona 92’ acabo de subir las escaleras del último tramo y se quedo mirando el pebetero sin posibilidad de llegar a el y a una distancia de 60 metros parecía preguntarse ¿Y ahora qué? Pero apareció un atleta paraolimpico, cojo. Nadie cuestiono su belleza, su edad ni su cojera. Alzó su arco, quemo la punta de la flecha con la llama de la antorcha y la lanzo para demostrar al mundo que el ser humano sea cual sea su condición, aspecto y estado físico tiene algo que aportar, que dar. Que no se puede relegar a nadie por una mera circunstancia estética. Lo más bonito es lo bonito de todos. Fue el momento más emotivo de esos juegos tras lo que vino después, el encendido del pebetero de un flechazo.

Lo triste es pensar que Beijing 2008 sea un reflejo de la sociedad china y el régimen bajo el que se vive, donde nadie puede ser quien realmente es.

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