jueves, 21 de agosto de 2008

El Modelo Chino



Texto: Edward Kearl Foto: sha3bi1Beijing (cc)Flickr

“El pueblo chino se ha puesto de pie”, dijo Mao Zetung el 1 de octubre de 1949 desde lo alto de la Puerta de la Paz Celestial en la plaza de Tíananmen. En su camino hacia la “sociedad harmoniosa” que propuso el Partido Comunista Chino en 2005, el régimen de Pekín aspira a algo más que estar en pie, quiere estar definitivamente, arriba. Los juegos olímpicos son, para el régimen de Pekín, el instrumento perfecto. Las dos semanas y media de competición deben, según el diseño trazado por el presidente Ha Jintao y su primer ministro, Wen Jiabao, rematar el ascenso imparable de China en la escena internacional, y consolidar un régimen autoritario bajo una buena capa de sentimiento nacionalista. Los juegos son un escaparate planetario que la cúpula dirigente china ha tenido interés en planificar al milímetro para exhibir el increíble cambio que ha experimentado el país verde al inicio del proceso de reformas impulsado por Deng Xiaoping hace ahora tres décadas. Se trata, en definitiva, de borrar cualquier sentimiento de inferioridad. Frente a la amenaza china los juegos de Pekín y sus organizadores no proponen un ascenso pacífico.

Pero la realidad es tozuda y las violaciones de los derechos humanos y la represión en el Tibet continúan ensombreciendo la cita olímpica y su espíritu conciliador. Es imposible olvidar que los juegos se celebran en un país sometido a un régimen autoritario. Con restricciones a las libertades. Incluyendo limitaciones en el acceso a Internet y vulneraciones de los derechos humanos y en él la oposición es perseguida y los disidentes encarcelados en condiciones ignominiosas.

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