miércoles, 27 de febrero de 2008

NO-VIOLENCIA. UN MÉTODO DE ACCIÓN


El Cambio no es una utopia

texto: Usuario del Òmnia foto:photographer padawan//cc Flickr

Las ideas que se exponen a continuación son parte de las expuestas por el Nuevo Humanismo de Silo y extraídas de la introducción que ofrece la profesora de Antropología Política de la UNED Aurora Marquina en la introducción del libro “El ayer y el hoy: Lecturas de antropología política”.

Es fácil apreciar que gran parte del sufrimiento generado por la situación de violencia a la que se ven sometidas grandes masas de población en el mundo viene dado por la fuerte creencia, alimentada desde el sistema neoliberal, de que las cosas no pueden ser de otra manera, de que estamos sujetos a las leyes del mercado que son las que marcan el rumbo de los acontecimientos, y a las leyes de la evolución natural que se traducen en la supervivencia del más “fuerte” o del más “apto”, ¡no sabemos muy bien para qué! Por la fuerte creencia de que las culturas del segundo, tercero o cuarto mundo, deben seguir los pasos del primer mundo, porque son los más avanzados, porque son el modelo a seguir, sobre todo en los campos económico y político.

Ante esta situación la gente se siente como un enanito ante un gigante, y siente que no puede hacer nada y se retira a su “cueva”, a sus cosas; o bien otros optan por ser más pillastres que los grandes pillastres y se lanzan a la explotación de los otros, al anonadamiento del otro y así la violencia va en aumento y con ella el dolor y el sufrimiento.

Hoy vemos como en los gobiernos democráticos los políticos piensan en términos de beneficios y no de ampliar el bienestar social. Vemos como la inseguridad crece y pone en peligro el cuerpo, el alma y el espíritu. Abundan las depresiones, el abuso de fármacos para dormir y de productos químicos para desconectar, todas las pastillas que los jóvenes toman los fines de semana, etc. Cada día se siente más la soledad en sociedades abarrotadas de gente. La contradicción se adueña de las acciones de los seres humanos sometidos a la violencia de sistemas deshumanizados.

Hay muchas acciones que no son vistas como violencia porque nos son muy familiares, nos hemos acostumbrado a ellas de tal modo que nos resultan normales y caen incluso dentro de lo que se llama tradición, siendo esta tradición la que obstaculiza el cambio. Por ejemplo se ejerce violencia cuando al trabajador no se le deja participar de los beneficios de la empresa, cuando se excluye a los ciudadanos de la toma de decisiones, en la discriminación de la mujer en el trabajo, en la explotación infantil, con la subordinación de los medios de comunicación al poder, con la explotación de la mujer dentro de la familia, en el sometimiento de los hijos, en la prohibición de programas libres de enseñanza, en la exclusión de ideas innovadoras, etc.

La violencia nos es tan cercana que a veces nos resulta difícil reconocerla, sobre todo es difícil caer en cuenta de nuestra propia violencia. ¿Bush, Aznar o Blair se creen ellos violentos? ¿Se considera violento el patrón por enriquecerse mientras que a algunos de sus trabajadores no les llega para vivir? ¿Se consideran violentos los maridos que llegan a casa y dan a la mujer un mal trato? ¿Se considera violento el agresor o el violador? Todos estos y muchos más no son pequeños detalles, son actos de violencia.

Antes de considerar la alternativa a esta actualidad consideremos la definición que nos da de violencia el Nuevo Humanismo: “es el más simple, frecuente y eficaz modo para mantenerse en el poder y la supremacía, para imponer la propia voluntad a otros, para usurpar el poder, la propiedad y aun las vidas ajenas”. Esta definición muestra que son personas las que la llevan a cabo intencionalmente apropiandose de las intenciones de otros seres humanos. En este proceso de apropiación de la intencionalidad del otro cosifico y me cosifico, usurpo la cualidad humana del otro, a la vez que se experimenta como dolor y sufrimiento.

Está planteada la necesidad de producir un cambio en el mundo y el cambio para ser profundo tiene que ir acompañado de un cambio personal. Pretender que cambien los otros y su mundo es lo más frecuente y lo más fácil, pero ocurre que los otros piensan lo mismo, y ahí nos topamos con una gran dificultad.

Las salidas deben ser en positivo ante una actualidad que nos tiene rodeados de violencia. La primera visión positiva es saber que todo se puede cambiar, y saber que para ello se debe poner al ser humano como valor central, de modo que no exista nada por encima del ser humano y ningún ser humano por debajo de otro ser humano. Este es el primer paso para el cambio de rumbo.

Hoy en dia existen muchos movimientos reivindicativos que se consideran pacifistas, que luchan por causas justas y han conseguido logros importantes, como son los objetores de conciencia, el Movimiento Antiglobalización, Amnistía Internacional, Derechos Civiles, algunas asociaciones de gays y lesbianas, etc, sin embargo, el pacifismo se queda en una denuncia constante contra el armamento, pero no es un método de acción, no es un estilo de vida.

La No-Violencia sí es un método de acción, ya que todos nuestros actos, sin excepción, contribuyen a formar el mundo en que existimos y a través de ellos se configura nuestro futuro. Ciegos ante esta trascendencia de nuestros actos pretendemos que el mundo tiene un devenir independiente de nosotros que justifica nuestra irresponsabilidad en ellos. No tenemos que minusvalorar ninguna violencia y menos hoy, tiempo en que los corazones están desorientados y los cuerpos tensos. Es el momento de relajar el cuerpo, el corazón y la mente. Es hora de reflexión, de desarrollar la atención, la conciencia que nos eleve en cuanto humanos y nos convierte en seres que saben que saben, en el pretendido sapiens sapiens.

1 comentario:

  1. Claro que no lo es! :)
    Es cuestion de empezar por uno


    -photographer padawan :)

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